Ikigai: Los Secretos de Japón para Descubrir tu Propósito y Vivir una Vida Larga y Feliz

El Secreto que Nació en un Bar. Tantas cosas nacen en un bar…

A ver, la historia arranca como cualquier buena noche: dos tipos (Héctor García y Francesc Miralles) se encuentran en un bar de Tokio bajo la lluvia y se ponen a charlar sobre el sentido de la vida, esa cosa que tanto les gusta a los psicólogos occidentales. De repente, sale la palabrita clave: Ikigai.

La traducción elegante es “la felicidad de estar siempre ocupado”. Pero el kit de la cuestión es este: parece que esa pavada es lo que mantiene a los viejitos de Okinawa vivos por cien años. Tienen 24,55 centenarios por cada 100.000 habitantes, y eso es una barbaridad.

Así que el chiste no es solo cómo vivir más, sino la razón para que vivir.

Ikigai: La Patada en el culo para Levantarte

Hay que sacarle el misticismo. El Ikigai es, simplemente, la razón por la que te levantás cada mañana. Nada más. No es que los japoneses sean especiales; todos lo tenemos adentro , solo que algunos lo tienen tan escondido que lo tienen que ir a buscar con lupa.

La idea es tan fuerte que, dicen, ni siquiera tienen una palabra para “jubilarse” en plan de “me retiro y me tiro a ver series hasta que me muera”. El propósito sigue, incluso después de que termina la vida laboral oficial. Tener ese Ikigai claro es lo que te da la brujula de la felicidad.

Los Cuatro Pilares: El Mantenimiento de la Longevidad

Si querés vivir como ellos, tenés que copiar el manual. Acá están las cuatro cosas que hacen los de Okinawa:

1. El Propósito que Te Deja en Offside (Flow)

¿Viste cuando estás haciendo algo que te absorbe tanto que te olvidás de tomar agua? Eso lo llaman “flow“. Es el estado de inmersión total donde el tiempo se te derrite. Para entrar ahí, tenés que elegir una tarea que te exija, pero no te mate. Si es muy fácil, te aburrís. Si es imposible, tirás todo a la basura.

Y el truco: olvidate de la multitarea. Dejá el WhatsApp y el televisor. Concentrate en un solo objetivo. Los takumis (artesanos japoneses) son el ejemplo perfecto: tipos que llevan ochenta años haciendo tornillos o sushi y siguen obsesionados con la perfección.
Siempre se puede hacer mejor, y se dedican a ello.

2. La Dieta “No Te Llenes la Barriga”

Acá no hay secretos, es sentido común con un toque oriental. Comen variado (dicen que hasta 18 alimentos distintos por día) , mucho de vegetales y, obvio, arroz como base. Usan poca sal y un tercio del azúcar que usa el resto de Japón.

Pero el tip de oro es el refrán que se repiten antes de comer: Hara hachi bu. Traducido: “La barriga al 80 por ciento”. Dejan de comer cuando están casi llenos. ¿Por qué? Porque evitar ese empacho de cemento es lo que evita el desgaste de la digestión pesada y que las células se te oxiden más rápido.

3. Movete Suave: No Te Rompas en el Gimnasio

Los más longevos no están levantando pesas de 200 kilos, sino que no paran de moverse en su día a día. Caminan, están en el huerto , hacen una gimnasia de calentamiento mañanera que se pasa por la radio (Radio Taiso). Es más bien un Tai Chi o un Qigong. Es el mantenimiento diario, suave, para que el cuerpo dure sin que se gaste o se rompa.


4. La Mentalidad de Goma y los Buenos Amigos

La vida te va a tirar palos. La clave es la resiliencia. El lema japonés lo resume genial: Nanakorobi yaoki (“Si te caes 7 veces, levántate 8”). Y no solo resisten, buscan la antifragilidad: que cada golpe te haga más fuerte.

Acá meten dos filosofías para la cabeza:

Wabi-sabi: Que es la belleza de lo incompleto o roto. Ayuda a no frustrarte porque la vida no es perfecta.

Ichi-go ichi-e: “Este momento solo existe ahora”. O sea, dejá de lamentarte por lo que pasó y de cagarte de miedo por lo que viene. Lo único que tenés es hoy.

Y por último, la comunidad. El moai. Son grupos de amigos que no solo se bancan emocionalmente, sino que tienen un sistema de ahorro y seguro: ponen plata todos los meses y a uno le toca la suma total. Una red de seguridad entre compadres.


El Decálogo para Dejar de Ser un Muerto en Vida

  1. Los viejitos de Ogimi te lo simplifican en estas diez leyes:
  2. Mantenete activo; no te jubiles. Si dejás de hacer lo que amás, perdés el sentido.
  3. Tomátelo con calma. Andá despacio, que las prisas son enemigas de la buena vida.
  4. La regla del 80%. Comé un poco menos de lo que te pide el cuerpo.
  5. Buenos amigos. Son el mejor remedio para las preocupaciones.
  6. Ponete en forma. Dale mantenimiento al cuerpo. El ejercicio te da felicidad extra.
  7. Sonreí. Relaja y hace amigos. No olvides el privilegio de estar acá.
  8. Reconectá con la naturaleza. Es como cargar las pilas del celular del alma.
  9. Da las gracias. Aumenta tu caudal de felicidad.
  10. Vive el momento. No lamentes el pasado ni temas el futuro. Usá bien el día de hoy.

Seguí tu Ikigai. Tenés un talento único ahí adentro; encontralo.

Una vez que encontrás tu combustible existencial , hasta barrer el piso puede ser un momento de flow. Si todavía no lo encontraste, no te preocupes: tu misión es justamente esa: salir a buscarlo.


Y ahora vienen la pregunta que vos te haces, no te preocupes yo también me la hice.

¿Por qué es “necesario” leerlo? ¿No es otro cliché?

No es necesario, pero es práctico.

El libro no te vende la fórmula de la Coca-Cola. Te saca de la cabeza la pavada de la “jubilación” como si fuera la meta final. Los japoneses, con su concepto de Ikigai—la razón que te saca de la cama cada mañana—, te demuestran que parar es morirse un poco. Si dejás de hacer lo que amás o lo que sabés hacer, perdés el combustible interno.

El verdadero valor del libro está en bajar a tierra conceptos viejos


¿Aporta algo significativo a mi vida o es humo?

Aporta una patada de realidad envuelta en papel de arroz.

El libro no se queda en la filosofía; te da un decálogo de diez leyes prácticas que te podés tatuar en el brazo (o pegar en la heladera) pero que bien se resumen en estos conceptos directos y prácticos

  1. No te retires nunca.
  2. Tomátelo con calma.
  3. Rodéate de buenos amigos.
  4. Vivir el momento (Ichi-go ichi-e), sin llorar por el pasado ni cagarte de miedo por el futuro.

En resumen, el Ikigai es significativo porque te hace una pregunta directa: ¿Para qué te levantás vos? Si no tenés la respuesta, tu misión es encontrarla.

La Invitación Final: El Mejor Precio es Cero

No tenés que comprarlo ni esperar a que te lo regalen.
El conocimiento está ahí fuera.
Buscalo, descargalo y date una hora para leer la introducción y los “Diez Pilares”.

Si te sirve para dejar de comer hasta reventar y para recordar que tenés que mover el culo, ya valió la pena el tiempo invertido.

Tu misión ahora es encontrar el texto y leerlo. Dale una oportunidad a ese propósito que está oculto en tu interior.

Si te interesa, lo podes descargar de acá en formato pdf

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