Sarmiento y el vino

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Recordemos que Don Domingo Faustino, con todas sus contradicciones, promovía la adopción en nuestro país de un “modelo” que, siguiendo al estadounidense, apuntaba a la creación de un mercado interno poderoso, basado en la pequeña y mediana propiedad rural destinada sobre todo a producciones que tuviesen capacidad de generar agroindustrias y una demanda sostenida de todo tipo de productos manufacturados. Su impulso de la educación común era parte de ese proyecto de país, que iba mucho más allá del aula.

sarmientovinoEn 1852, después de la batalla de Caseros, Sarmiento les propuso al gobernador de Mendoza, Pedro Pascual Segura, y a su ministro de Gobierno, Vicente Gil, la creación de un establecimiento que combinaba las características de lo que hoy llamaríamos una estación experimental y una escuela agro-técnica. Durante su exilio en Chile, Sarmiento había impulsado la creación de una institución de ese tipo en 1841, la Quinta Normal de Santiago, tomando el nombre y el modelo de la École Normale de París. Como señala Pablo Lacoste:

La Quinta Normal de Santiago operó como una estación experimental en el sentido de introducir nuevas especies y variedades de plantas europeas, adaptarlas a los suelos y climas americanos, y luego difundirlas en la región para mejorar la producción agrícola y agroindustrial.

En ese marco, llegaron a Chile especialistas como René Lefèbvre y Claude Gay y comenzó allí un proceso de incorporación de cepas y técnicas de elaboración de vinos provenientes de Francia, que en la época era el modelo que se buscaba seguir y adaptar. Esa experiencia sarmientina en Chile resultaría provechosa para su proyecto mendocino:

Al solicitar Sarmiento al gobierno de Chile elementos para fundar la Quinta Agronómica de Mendoza, este resuelve favorablemente y de inmediato su pedido de distintas variedades de plantas y semillas adaptables a la zona, las que sin demora son remitidas a Mendoza. Dicho envío se hace “considerando que el Sr. Sarmiento ha contribuido poderosamente a la formación de la Quinta Normal de Santiago y se resuelve entregarle todas las plantas que pida” […].

También de Chile trajo Sarmiento a quien se haría cargo del emprendimiento mendocino: el francés Michel Aimé Pouget, que pronto acriollará sus nombres de pila. Nacido en Tours en 1821, el joven liberal, recientemente diplomado en la Société d’Horticulture de París, había decidido emigrar a Chile al producirse el golpe que convirtió al hasta entonces presidente Luis Napoleón Bonaparte en el emperador Napoleón III. En 1853, Pouget fue contratado por el gobierno de Mendoza y se le entregaron unas 36 hectáreas para crear la Quinta Normal y Escuela Teórico-práctica de Agricultura. Además de especies forestales y abejas para iniciar la producción de miel en la provincia, Pouget introdujo variedades de vides francesas, como Cabernet Sauvignon, Pinot Noir y la que un siglo y medio después se convertiría en emblemática: la Malbec.

Desde el vamos, el proyecto tuvo la misma oposición que otras iniciativas del “loco” Sarmiento. Las críticas apuntaban tanto a la idoneidad de Pouget como a los costos de la Quinta para el fisco. Los problemas presupuestarios fueron una constante, y como forma de solventar los gastos en 1856 el gobierno le autorizó a vender plantas de su vivero. No fue suficiente y, dos años después, la institución fue cerrada. Pouget, sin embargo, permaneció en Mendoza, donde murió en 1875, y continuó en forma particular sus tareas de adaptar las cepas francesas, que al iniciarse el siglo siguiente ya serían predominantes en los viñedos mendocinos.

Sarmiento promovió la creación de una institución similar en San Juan, lo que finalmente hizo en 1862, como interventor federal en su provincia. La Quinta Normal y Escuela de Agricultura sanjuanina fue dirigida por otro especialista contratado en Chile, el alemán Enrique Röveder, quien introdujo miles de ejemplares de especies frutales y forestales, además de “toda clase de legumbres”, algodón, tabaco, caña de azúcar, cáñamo y mimbre. También trajo cuatro mil vides, de seis variedades, con las que inició la producción de vinos. El discurso que pronunció Sarmiento al inaugurarla, en septiembre de 1862, lo muestra de cuerpo entero, acicateando con palabras “políticamente incorrectas” a sus paisanos:

Cuatro mil plantas nuevas entran hoy a formar parte del catálogo de la Quinta Normal, de las variedades que sirven para la confección del vino de Burdeos, Borgoña, etc. […] Hace dos años que celebrando la paz de noviembre el general Mitre con el general Urquiza, el Honorable Mr. Charton, enviado de Su Majestad Británica, el Sr. Lefèvbre de Becourt, de Francia, y cuantos personajes ilustres contaba Buenos Aires, me vino en mala hora de presentar una botella de vino de San Juan. Pretendieron que había tratado de envenenarlos, tan triste figura hacía el mejor de nuestros vinos al lado del Oporto, Burdeos, Borgoña, etc. Os confesaré que tomo en mi mesa vino de Mendoza, porque el amor a su país no puede llevarse al extremo de tomar diariamente semejante brebaje.

Al igual que su antecedente mendocino, la primera Quinta Normal de San Juan tuvo corta vida, pero fue el inicio de una renovación, tanto en las variedades introducidas como en las técnicas de cultivo y de elaboración de vinos. En la década de 1880 sería restablecida, como Quinta Agronómica Modelo, por Segundino J. Navarro, fundador del Club Industrial sanjuanino y ministro de varios gobiernos provinciales.

Ya en la presidencia, Sarmiento retomó sus planes para diversificar y tecnificar los cultivos y capacitar agrónomos. En 1870, por su iniciativa, el Congreso aprobó la ley 432, que disponía crear “departamentos de enseñanza profesional agronómica” en los Colegios Nacionales de Salta, Tucumán y Mendoza. El de Mendoza empezó a funcionar dos años después y en 1880 obtuvo su autonomía como Escuela Nacional de Agricultura y, luego, de Vitivinicultura. Según informaba el periódico El Constitucional, el alumno aprenderá allí a clasificar las plantas, a saber qué clase de terreno es y qué grado de humedad tiene, los métodos de cultivo y cosecha […]. Necesitamos apresurar a mejorar las condiciones de los trabajos rurales para que nuestros frutos puedan ser exportados con utilidad, así que se encuentre concluido el ferrocarril a nuestra provincia. […] Si no formamos agricultores pagaremos muy cara nuestra culpa.

Fuente: Felipe Pigna – Sarmiento y el vino Argentino – Vorterix

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