La verdad de la Milanesa Napolitana

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Uno puede pensar que se trata de un plato italiano realizado por inmigrantes. Un plato que hace honor a dos ciudades italianas muy distantes y no solo en el mapa, Milan al norte, Napolés en el sur, sino con costumbres tambien distintas.

Pero no la Milanesa Napolitana tiene el privilegio de ser un plato auténtico de Buenos Aires.

Cuenta la historia polular que allá por los años 50, un cliente llegaba a un restaurante ubicado frente al Luna Park apenas pasada la medianoche y pedía una milanesa. El mozo que siempre lo atendía ya había anticipado la orden a la cocina con sólo verlo llegar. La escena se repetía noche tras noche sin mayores sobresaltos hasta que cierta noche el habitual comensal llegó más tarde de lo que acostumbraba, hizo su pedido y un asistente, mas voluntarioso que hábil, tomó el lugar del cocinero que ya había concluido su servicio, con tan mala suerte que pasó de punto la fritura de la única milanesa disponible en el restaurante. Asustado consulto al dueño del lugar, don José Nápoli, como podía arreglar el asunto, quien le respondió: “No te preocupes tapa la milanesa con jamón, queso, salsa de tomate y luego la gratinás.”

Una vez servida el comensal se la devoro mientras consultaba al mozo el nombre de tan espectacular plato, a lo que le respondio “Milanesa a la Nápoli”.

Ya han pasado varios años de esto, y la Milanesa a la Nápoli paso a llamase solamente Milanesa napolitana y es un clásico de cualquier bodegon, restaurant y mesa argentina.

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